sábado, 1 de marzo de 2008

Rascafría en enero




En este mes tan invernal tuve la suerte de romper durante dos días mi rutina diaria y pasarlos en un albergue juvenil de esta localidad madrileña. En mi afán por convertir un tanto por ciento de mi urbanitismo congénito en amor a la naturaleza, traigo al blog más imágenes alejadas del entorno de la ciudad. Aquél día disfrutamos de un bonito paseo, bajo un sol deslumbrante, cuyos rayos empezaban a deshacer el hielo formado durante la noche sobre los riachuelos. El azul del cielo era brillante e intenso. Los tonos de marrón, un desafío para cualquier pintor. Los árboles muertos esperaban pacientemente el renacer de la primavera. Parecía que nos hablaban con su silencio, diciéndonos que el milagro de cada año era inminente.

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