sábado, 30 de agosto de 2008

Diario de lecturas

Durante este verano he leído Tres tristes trigres, de Cabrera Infante. Me ha parecido una novela "dura", a pesar de las ganas que tenía de leerla, y de que es regalo de unos amigos que quiero mucho (no tiene nada que ver, claro). Pero me ha proporcionado uno de esos momentos en los que la vida y la literatura se fusionan, pues, una "gafotas" miope hasta las trancas como yo se emocionó al leer este párrafo:
"Vino el camarero y trajo más camarones fritos y nos interrumpió, y me alegré. Bebimos. Noté las máculas en la visión que me han aparecido últimamente. Moscas volantes. Son probablemente otro sarro de la nicotina, manchas tóxicas. O un precipitado crítico. Ahí deben estar concentradas todas las malas películas que he visto, que sería un mal metafpisuco -así es como mi máquina escribe metafísico-. O quemaduras cósmicas en la retina. O marcianos que solo yo detecto. No me preocupan, pero a veces pienso que pueden ser el comienzo de un fade-out y que algún día mi pantalla se ilumine con luz negra. Cosa que ocurriría tarde o temprano, pero hablo de la ceguera no de la muerte. Este cierre-en-negro total será la peor condena para mis ojos del cine -pero no para mis ojos del recuerdo."
Como si me hubieran leído el pensamiento.

jueves, 21 de agosto de 2008

Diario de lecturas y de viajes



Leí L'enfant de sable (El niño de arena) de Tahar Ben Jalloum durante el mes de julio. Es un escritor marroquí contemporáneo, preocupado por reflejar la sociedad de su país. Escribe en francés, el idioma que colonizó el norte de África. Su francés es realmente maravilloso. Es un escritor muy poético, y con esto quiero decir que su prosa no es meramente descriptiva o narrativa, sino, sobre todo, introspectiva: se preocupa mucho de reflejar los sentimientos y sensaciones de los personajes a través de elaboradas metáforas y complejos símiles.
La lectura de este libro coincidió con un viaje a Túnez, país primo hermano de Marruecos. En la fotografía vemos a una pareja de mediana edad paseando por la medina de la ciudad de Nabeul (famosa por su cerámica). En Túnez las mujeres tienen independencia de los hombres. No obstante, me sorprendió que la mayoría de ellas llevaban el pañuelo tapando su cabello y su cuello. A muy pocas se les veía el nacimiento del pelo.
Éste es un fenómeno extraño para las mujeres occidentales. ¿Por qué alguien querría tapar parte de su cuerpo con tanto celo? Las musulmanas consideran que nosotras, las occidentales, mostramos demasiado nuestro cuerpo y que eso en realidad nos hace perder valor, como si no consiguiéramos que los hombres nos respetaran al tener tan poco pudor.
Es una cuestión muy compleja, y sobre todo, muy cultural, a pesar de que se le haya relacionado con la religión. Es cierto que el Islam recomienda a hombres y mujeres vestirse con decoro. También lo hace el cristianismo, por supuesto. Solo que en occidente un cristiano puede relajarse, puesto que la religión y la vida en comunidad están disociadas.
El velo islámico, ¿es o no machista? Desde mi punto de vista, sí. Sobre el machismo que la cultura islámica defiende disfrazándolo de respeto a la mujer me hizo pensar esta novela. Ojo: no creo que nuestra cultura sea igualitaria, ni mucho menos. Pero la mujer puede llevar una vida mucho más distanciada de los cánones si así lo quiere.
L'enfant de sable trata de un hombre que no es hombre. Su padre había tenido siete hijas cuando decidió que su siguiente vástago sería un varón, fuese como fuese. Así convirtió a una niña en un chico, su heredero. El niño, cuando crece, no se rebela, al contrario, se da cuenta de las ventajas de ser hombre. Habla con dureza a sus hermanas, mujeres muy sumisas:" ... inútil recordaros que yo soy un hombre de orden y que, si la mujer en nuestra casa es inferior al hombre, no es porque Dios lo ha querido o porque el Profeta lo ha decidido, sino porque ella acepta esa suerte. ¡Así que subid y vivid en silencio!".
Muchas mujeres hemos pensado de este modo alguna vez. La propia mujer es la que acepta y continúa el machismo social. En este sentido, creo que la presión cultural, la asunción de papeles es determinante. Una mujer y un hombre son diferentes por muchos motivos, pero uno fundamental es la manera en la que se nos enseña a ser hombres o mujeres. Así lo explica el niño de arena: "Yo tengo un comportamiento de hombre, o más exactamente, se me ha enseñado a actuar y pensar como un ser naturalmente superior a la mujer. Todo me lo permitía: la religión, el texto coránico, la sociedad, la tradición, la familia, el país... y yo mismo."
Éste es el momento en que la novela cambia de tercio porque el chico decide destapar su ser-mujer de manera clandestina y la historia se convierte en algo muy distinto. Esta parte me pareció inferior a la primera pero esto ya es mezclar mi opinión sobre la novela con todo lo que vengo diciendo.
Observar a mujeres bañándose en la piscina completamente tapadas creo que me ha resultado algo traumático. Respeto profundamente las diferencias culturales, pero, ¿cómo vemos el cuerpo femenino de una manera tan diferente? ¿Por qué la visión retrógrada de nuestro cuerpo va unida a la obligación de taparlo completamente a los ojos de los demás hombres y mujeres? ¿Por qué eso es un signo de respeto y no en realidad un modo de represión? ¿Por qué ninguna voz discordante en el Islam lo proclama así? Me temo que mis preguntas seguirán abiertas. Túnez me fascinó por muchos motivos, pero... no querría ser mujer ni siquiera en un país aparentemente abierto como ellos se consideran. Me da incluso rabia pensar que me sentía reconfortada por saber que venía de Europa.