domingo, 21 de septiembre de 2008

Anécdota real

La mujer gitana me adelanta en las escaleras del metro. El instinto cultural (permítaseme la paradoja) hace que mi mano vaya inmediatamente a la cremallera de la bolsa de tela que me cuelga del hombro. Sigo avanzando y compruebo la dirección que debo tomar. La mujer gitana pregunta a unos de seguridad: "¿Por aquí se va a Sol?". Claro que se va a Sol, pensé yo para mis adentros, lo pone bien claro en el panel. Se oye el chirriar del tren que va parando en el andén. La mujer gitana y yo corremos hacia las puertas que se abren (ella tiene el cabello muy negro y unos pendientes largos muy bonitos le adornan las orejas, no es joven). Nos sentamos juntas. Qué alivio, haber cogido sitio. Saco unos papelotes de la bolsa. La mujer se gira. "Perdona, ¿este metro va a Sol?", sonríe mientras habla.´"Sí, lo puedes ver en el cartel de la línea", señalo con el dedo, "ahora viene Antón Martín, y luego...". "Ah, ya, pero es que no sé leer".
No sabe leer. Y de repente me imaginé que yo era ella y que iba en metro y que por todas partes había signos de colores que yo no entendía ni sabía descifrar ni eran nada para mí. ¿Cómo se vive sin saber leer? ¿Se parece a la ceguera o a la sordera? ¿O es muchísimo peor que perder un sentido?
De repente me dio mucha pena aquella mujer. "No se preocupe, yo le aviso cuando sea Sol, no quedan muchas paradas". "Muchas gracias", y volvió a sonreír. Yo me puse a hacer lo único que sé hacer en el metro, leer algo. La mujer gitana ponía su mirada en el negro del túnel que atravesábamos a toda velocidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola guapa!
Bonita anécdota. Me gustan las cosas sencillas que pasan en la vida.
Cosas sencillas como ésta: Soy Patricia Soriano, compañera tuya de la facultad. A través del Blog de Juan Herrero he encontrado el tuyo y me apetecía saludarte.
Un abrazo y feliz año nuevo!!!!!