sábado, 30 de agosto de 2008

Diario de lecturas

Durante este verano he leído Tres tristes trigres, de Cabrera Infante. Me ha parecido una novela "dura", a pesar de las ganas que tenía de leerla, y de que es regalo de unos amigos que quiero mucho (no tiene nada que ver, claro). Pero me ha proporcionado uno de esos momentos en los que la vida y la literatura se fusionan, pues, una "gafotas" miope hasta las trancas como yo se emocionó al leer este párrafo:
"Vino el camarero y trajo más camarones fritos y nos interrumpió, y me alegré. Bebimos. Noté las máculas en la visión que me han aparecido últimamente. Moscas volantes. Son probablemente otro sarro de la nicotina, manchas tóxicas. O un precipitado crítico. Ahí deben estar concentradas todas las malas películas que he visto, que sería un mal metafpisuco -así es como mi máquina escribe metafísico-. O quemaduras cósmicas en la retina. O marcianos que solo yo detecto. No me preocupan, pero a veces pienso que pueden ser el comienzo de un fade-out y que algún día mi pantalla se ilumine con luz negra. Cosa que ocurriría tarde o temprano, pero hablo de la ceguera no de la muerte. Este cierre-en-negro total será la peor condena para mis ojos del cine -pero no para mis ojos del recuerdo."
Como si me hubieran leído el pensamiento.

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