miércoles, 9 de julio de 2008

Diario de viajes



Hace ya más de un año. Un puente de mayo especialmente lluvioso. Decidimos pasar el día en Soria. Fue imposible. La lluvia no nos lo permitió. Tuvimos que parar a medio camino en Medinaceli. Como Pedraza, es una villa castellana: piedra y piedra y más piedra. Restos árabes y romanos. Pasamos mucho frío. Siguió lloviendo. Comimos en una especie de fonda casera (no admitían tarjetas de crédito): sopitas y carne. Si paseabas junto a las murallas no había más que verde, un océano de verde. Pardójicamente, la sensación era asfixiante.

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