Hace ya más de un año. Un puente de mayo especialmente lluvioso. Decidimos pasar el día en Soria. Fue imposible. La lluvia no nos lo permitió. Tuvimos que parar a medio camino en Medinaceli. Como Pedraza, es una villa castellana: piedra y piedra y más piedra. Restos árabes y romanos. Pasamos mucho frío. Siguió lloviendo. Comimos en una especie de fonda casera (no admitían tarjetas de crédito): sopitas y carne. Si paseabas junto a las murallas no había más que verde, un océano de verde. Pardójicamente, la sensación era asfixiante.
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